Refugiados al interior de los hogares, producto de la pandemia mundial, sitios y redes virtuales han permitido, en parte, a los museos, archivos y bibliotecas tener algunas herramientas para seguir cerca de sus comunidades.
Hito en la historia local, el mega sismo del 22 de mayo de 1960 marcó el devenir del territorio del sur de Chile para siempre. Cantada en conocidos versos, como la canción Valdivia 1960 del grupo valdiviano Schwencke y Nilo, no existe sureño antiguo cuya vida no haya tenido un antes y un después del evento natural que liberó energía terrestre superior a todo registro existente. Acostumbrados desde tiempos históricos a esta manifestación de las fuerzas naturales, como el terremoto que separó las aguas frente a la Isla del Rey, narrado por el cronista Mariño de Lobera en 1575. Su memoria late en vecinos y vecinas, los saberes que ha dejado son reflejo de la búsqueda de la comunidad por compartir la experiencia y construir saberes que fortalezcan nuestra disposición y resiliencia ante los desastres.
Conmemorar los 60 años del terremoto de 1960 de manera virtual fue el desafío que asumió la Dirección Regional del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural en Los Ríos, dada la contingencia sanitaria por COVID-19. #a60del60 alude al contexto en el que nos encontramos hoy en día y pone a disposición material que evoca la historia local e invita a reflexionar sobre la identidad valdiviana.
Parte de la selección de imágenes proviene de la colección del doctor Gustavo Aldunate Noel, la que fue donada por su hijo Eugenio Aldunate a la plataforma Enterreno Chile, desde donde fue traspasada al museo para la conmemoración del hito. Se suman registros aporte de Fernando Muñoz de la Fuente. La colección de la familia Nicolás Arias, fue cedida en digitalización de alta calidad al museo a través de Ediciones Kultrún. Estas colecciones digitales reúnen un total de 92 fotografías.
Mediante los pies de foto, textos breves que acompañan a cada imagen, se propuso a la comunidad, autoridades, investigadores, académicos, arquitectos, al cuerpo de bomberos, amantes de la historia y entidades colaboradoras, a connotar las fotografías de memorias, alcances, comentarios que inviten a la reflexión desde diferentes aristas, entrecruzando contenidos, conocimientos y experiencias sobre el tema. Con citas y referencias de textos de investigación y documentales, como "La Respuesta" de Leopoldo Castedo, el aporte del académico Carlos Rojas o un estudioso vecino como Boris Borneck.
La Dirección Regional del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, responde a la nueva institucionalidad del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. En la región de Los Ríos, es operativa desde octubre del 2019 y la componen el Museo de Sitio Castillo de Niebla, la Coordinación de Bibliotecas Públicas, la Oficina Técnica Regional del Consejo de Monumentos Nacionales, el Programa BiblioRedes y las Subdirecciones de Patrimonio Cultural Inmaterial y Pueblos Originarios.
Esta iniciativa se trabajó como equipo, desde la gestión, coordinación y levantamiento de información. Se agradece a quienes colaboraron y han visto en estas fotografías un portal para compartir recuerdos, reflexiones y saberes que dan cuenta del enorme patrimonio que dejó el terremoto.
En palabras de quien sobrevivió a tamaño hecho mundial, Maria Ines Anwandter Haverbeck:
"Tenía 15 años cuando experimenté el terremoto más grande del mundo. Ese domingo me encontraba en mi casa de campo en Los Lagos, 50 km de Valdivia. Después de almuerzo, un dia soleado, salimos a hacer una caminata. Estábamos entrando a un potrero donde había un piño de vacas, pastando. Nos llamó la atención que comenzaron a correr en círculo con las colas al viento. A los pocos segundos comenzó el movimiento telúrico que no pararía en 14 minutos más o menos. Lo que recuerdo es que los cercos se ondulaban y la tierra daba la impresión que se licuaba, como mover un macetero con arena. Nadie podía sostenerse en pie. Al llegar a casa se suponía que debíamos prepararnos para tomar el tren y volver al colegio a Valdivia. No pensamos en nada. Vivíamos al otro lado del río San Pedro. Al llegar a la orilla mi papá se dio cuenta que el cauce del río bajaba muy rápido entonces recordó que la historia se repetía y que seguramente se había producido un taco río arriba. Así fue. Al día siguiente viajamos a Valdivia en vehículo, con mil dificultades, grietas, puentes en mal estado. Viaje que se hacía en una hora duró 5 o 6. Llegamos a la conocida cuesta de Soto desde donde se ve la ciudad. Valdivia asomaba entre polvo y mucho humo, producida por los miles de valdivianos que no querían entrar a sus casas y alojaron a la intemperie. Nos alojamos en la casa en el campo de mis abuelos maternos ubicado a orillas del rio Angachilla. Al dia siguiente nos dimos cuenta que la vista de la casa eran lindos potreros con animales pastando ahora se veía agua. Mi abuelo había perdido la mitad del campo. La tierra había bajado 2 metros. Por varios días el agua subía y bajaba por horas, arrastrando todo tipo de escombros. Después supimos que que hubo un tsunami destructivo. No había radio ni diarios no existia la television. Los grandes suponían lo que había pasado y aplicaban su sabiduría para explicarnos. Mi vida cambio, mi colegio quedó en ruinas. Todos los alumnos fuimos recibidos en distintos colegios a lo largo del país, fuimos acogidos por familias generosas por algunos meses" (Maria Ines Anwandter, testimonio gentileza de la Seremi de Ciencias Macrozona Sur).