Con la Revolución Industrial, la producción de lozas europeas se masificó, generando una enorme variedad de productos y diseños. Los objetos vinculados al servicio culinario -platos, tazas, ollas y fuentes-, antes reservados a la clase alta, ahora también fueron asequibles para las clases profesionales y trabajadoras. En el Chile decimonónico, tanto las familias como las instituciones fueron partícipes de este proceso, y la vajilla de loza se convirtió en uno de los bienes de consumo más deseados.
Las lozas son los restos cerámicos más abundantes y distintivos de esa época. En la medida que la industria fue creciendo y formalizándose, algunos fabricantes comenzaron a marcar sus artículos con sellos de identificación. Actualmente, estos cuños distintivos permiten a los investigadores conocer quién produjo estos objetos, cuándo y cómo fueron fabricados. Justamente, al analizar estos materiales es posible comprender las tendencias globales de producción y consumo, las redes comerciales nacionales e internacionales, y las variaciones locales en el acceso y uso de estos objetos.
Los sellos reconocidos en las lozas que forman parte de la colección del Museo de Sitio Castillo de Niebla refieren a dos períodos importantes en la vida del monumento: por un lado, la etapa final del castillo como enclave militar, hacia comienzos del siglo XIX; y por otro, hacia finales del mismo siglo y comienzos del siglo XX, su reconversión en un sitio turístico de relevancia.