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Los materiales constructivos del Castillo de la Pura y Limpia Concepción

La edificación de un fuerte o un castillo obedece a reglas de guerra establecidas de antemano, los castillos del fin del mundo debieron levantarse con los nuevos materiales disponibles en la zona. Todas las construcciones realizadas en el estuario del río Valdivia corresponden a lo que se conoce como Escuela de la Fortificación Permanente Abaluartada Hispano-Americana, que surge como variación estilística de las normas clásicas y neoclásicas de la poliorcética desarrollada en Europa, caracterizada por una orientación a lo práctico-estratégico más que una perspectiva estética y purista.

La definición de una fortaleza obedece a tres principios: "simetría, que le da perfección técnica y táctica; firmeza que le proporciona consistencia a su fábrica; y comodidad que permita la fácil comunicación de la guarnición a los puestos de combate" (Zapatero, 1985).

La ventaja táctica del Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monforte de Lemos en su rol de guardián explican en parte el porqué se le otorga el título de Castillo, con su baluarte y medio, cuando en términos clásicos se esperaba que tuviera al menos tres, obedeciendo en todo momento a los patrones propios de la escuela de Fortificaciones Hispanoamericana. Las razones para identificarlo como castillo tienen que ver con la presencia de nobleza europea, el Castellano, sus funciones netamente administrativas, su privilegiada posición estratégica, además de la presencia del foso, batería y baluartes. Los cinco castillos se construyen paralela y simultáneamente. En Chile hubo casi 300 fuertes, pero sólo 10 castillos, cinco de los cuales estaban en Valdivia, tal era su importancia estratégica (Guarda, 1990).

El trabajo en mampostería utilizó materias primas locales, importando las que no se hallaban disponibles. De esa manera, la obtención y preparación de la cancagua, la piedra laja, las gredas usadas en las fábricas de ladrillo y teja muslo de las Fábricas Reales de la Isla Teja y la Fábrica de Niebla, las tejuelas de alerce, la paja ratonera, comprada a los mapuche de Curiñanco, y la piedra pizarra para los techos, como asimismo el aprovisionamiento de clavos y cal, eran elementos fundamentales en la proyección y desarrollo de las distintas etapas constructivas del sistema de fortificaciones del estuario del río Valdivia.

Había una serie de poblados con funciones colaborativas al sistema. La localidad de Los Molinos o El Molino, por ejemplo, debe su nombre a que las conchas marinas, quemadas y molidas, proveían de la cal necesaria para las edificaciones. Había vigías, pedreros, fuertes, fortines, centinelas, polleros, baterías, todos formaban parte del sistema interconectado que hacía frente al enemigo marino europeo. No tiene sentido pensar estas fortificaciones aisladamente, eran un conjunto que actuaba de forma mancomunada para la protección del Antemural del Pacífico.

BIBLIOGRAFÍA

GUARDA, GABRIEL OSB. Flandes Indiano. Las fortificaciones del reino de Chile 1541-1826. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile. 1990.

VARIOS AUTORES. Puertos y Fortificaciones en América Latina y Filipinas. COPHEPU. Madrid. 1985.

ZAPATERO, Juan Manuel. La escuela de Fortificación Hispanoamericana. COPHEPU. Madrid. 1985.

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