Por Jimena Jerez B.
Puerto de Valdivia estaba habitado mucho antes de la llegada de los conquistadores europeos por el antiguo pueblo de los Ainil. Para algunos autores, habrían sido el límite norte del territorio Kunko, identidad mapuche de las actuales comunas de San Pablo y San Juan de la Costa, región de Los Lagos.
Explorado por el navegante genovés Juan Bautista Pastene en 1544, por orden del Gobernador Pedro de Valdivia, en las naves Santiaguillo y San Pedro, junto a Jerónimo Alderete y Rodrigo Quiroga, describen un extenso poblado con cultivos, los nombres de ríos e islas.
El nombre originario de esta parte costera septentrional del río era Ainilebo, "parcialidad de los Ainil" (cif. Guarda y Bibar), registrado por la expedición marítima de Quiroga, Pastene y Alderete un 22 de septiembre de 1544, quien describe: "…venimos navegando costa a costa hasta un río grande llamado Ainilebo, y a la boca del está un gran pueblo que se llama Ainil".
Cronista Jerónimo de Vivar indica que "…tienen esta orden entre ellos que cada lebo, que es una parcialidad, tienen un señor, y estos principales obedecen a aquella cabeza". Cada lebo (lof) sumaba entre mil quinientas a dos mil personas y algunos más. Cada lebo tenía a su vez siete u ocho cabí, castellanizado cabíes (kawin), durante el año se reunían en un lugar específico denominado rewe. Agrega este relato que "todo aquello que allí se acuerda y hace es guardado y tenido y no quebrantado". Debe comentarse que la forma de organización social propia de Valdivia son las muchullas, familias extendidas.
Pedro de Valdivia, ocho años después, avanza por tierra desde Mariquina, describiendo grandes sembradíos de madi, papas, quinua, zapallo, porotos y todo lo que se necesitaba para vivir a lo largo de amplios caminos y arboledas plantadas a mano (Mariño de Lobera).
La ciudad se funda el 9 febrero de 1552, cerca del estuario del río homónimo, originalmente Guadalafken o "zapallo de mar". La cuenca del río Valdivia nace en el lago Lácar, en Argentina, y adopta los nombres de San Pedro y Calle Calle (nombre de la planta Libertia chilensis), siendo el único río íntegramente navegable de Chile.
Nombre de la bahía evoca al encomendero y alcalde de Valdivia (1568) Alonso de Corral; su denominación originaria es Cuyamo. La isla en el centro se llamaba Güiguacabin y es renombrada más tarde como Imperial, luego Isla de Constantino, por su dueño Constantino Pérez y definitivamente Mancera en 1645. Estaba a la boca del río llamado Collecu (Tornagaleones). Góngora Marmolejo indica que era cuidada por el cacique Leochongo (Luchego), que tenía "casa y guaca" (adoratorio), aunque tal vez se confundía con la Isla Quiriquina, más al norte. Aparece así ya en los primeros mapas de América que señalaban claramente el puerto y la isla.
La provincia se nombraría Mallalauquén, aunque este nombre corresponde al lago Villarrica. En todo caso, es el Rukapillán (el volcán Villarrica) el que rige la vida de este territorio, siendo posible divisarlo desde el muelle de Niebla, en medio del río, hacia el este, cuando hay días despejados de viento sur (Jerez).
Aunque muchos piensan que Niebla se llama así por la neblina, o vaguada costera, que suele bajar por el río en invierno o subir desde el mar en verano, se debería a Francisco de Niebla, tal como Morro Bonifacio lo sería por el sacerdote Luis Bonifacio.
Chorocamayo es voz quechua de ch'uru caracol y camayo o caman oficial empleado, mariscador; en 1779 el Gobernador Espinoza instala allí un "reducto" que en 1794 tenía 11 cañones (ver Toponimia de Valdivia).
San Ignacio se llamaba Rukañamün, casa perdida, donde se encuentra el cementerio, una piedra legendaria, aguas sagradas y estaba el antiguo espacio para ceremonias, nguillatue, abarcado hasta la punta Loncoyen. Los Pellines era Rukatraro o casa del traro, el ave Caracara plancus. En Calfuco se encontraban antiguos cementerios y la "olla encantada", piedra asociada a una misteriosa leyenda. Curiñanco, aguila negra, aparece en mapas antiguos con ese mismo nombre.
Los jesuitas tenían una estancia en el sector de Coipuco (Estancilla), dedicada a la Virgen del Milagro, que deben abandonar en 1767, junto a sus fábricas en Isla Teja o Valenzuela, Tomén, El Molino, Isla Mota, entre otras (cif. Guarda). Playa La Misión señala la antigua misión franciscana de la que todavía se visualizan restos arqueológicos.
Morro Gonzalo recuerda después de 4 siglos al vecino de Valdivia, Gonzalo Bazán, primer médico del hospital fundado en 1565. Hubo en este lugar una batería con un cañón. Después venía San Carlos, San Sebastián de la Cruz en Corral, Chorocamayo, La Aguada, el fuerte de Baides y el Castillo de San Pedro de Alcántara en Mancera, Carbonero, Santa Rosa, Fuerte del Piojo, De La Cruz, Castillo de Niebla, El Pollero o Avanzada del Molino, entre otros puntos de vigilancia, cerrando la boca del estuario de manera inexpugnable.
Puerto de Valdivia es el primer fondeadero para la navegación desde y hacia el Estrecho de Magallanes y Cabo de Hornos; de ahí su importancia estratégica. Contaba desde el siglo XVII, y progresivamente hasta el XIX, con baterías, fortines, fuertes, pedreros y, por supuesto los cinco castillos, de los diez existentes en Chile (cf. Guarda).
En 1599 es destruida junto a las "siete ciudades de arriba", liberando el territorio mapunche, que abarca el suraustral de Chile y Argentina, del dominio extranjero.
En 1643 una expedición de corsarios holandeses, comandada por Elías Herckmans, se establece en las ruinas de la ciudad, realizan un plano de la destruida Valdivia, generando intercambios y alianzas con los "canoeros chilenos", como denominaban a los mapuche. También indican que la Isla del Rey, era de Pedro Caritipai. Establecen fuertes y "Hornillos", en Torobayo, Las Mulatas y un fuerte para mil hombres en lo que actualmente es el sector del Torreón del Canelo en calle General Lagos, instalaciones aprovechadas para la Compañía de Pardos posteriormente, a orillas del Cerco de Duce.
En 1645, el Virrey del Perú envía una expedición repobladora a ese puerto, la más grande que se conociera en aquella época, dirigida por su propio hijo Antonio Sebastián de Toledo. Instala de inmediato los cuatro Castillos que protegerán la boca del estuario: San Luis de Alba de Amargos, San Sebastián de la Cruz en Corral, San Pedro de Alcántara en Mancera y nuestro Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monforte de Lemos en Niebla. Se establecen parlamentos y acuerdos con el toqui principal de la Mariquina Juan Manqueante, quien solicita una misión y un fuerte: el Castillo San Luis de Alba de Cruces, en la ribera del río del mismo nombre a 18 km al sur de San José de la Mariquina.
La ciudad se refunda en Mancera y sólo en 1647 se traslada a su actual posición río arriba, sobre las ruinas de la primera fundación. Entre 1645 y 1670 se establecen las estructuras fundamentales de los castillos que protegerán la boca del río, se reconstruye la ciudad y se completa un extenso sistema de defensa austral que llegará a tener más de 20 puntos fortificados desde el río Cruces hasta el golfo de Ancud. Por eso Valdivia es llamada "llave del Mar del Sur" (Acuña), pues quien la gobierna domina la navegación del Pacífico Sur. Dependió directamente del Virreinato del Perú, y no de Chile, recibiendo sueldos, alimentos, materiales y vestuario a través del Real Situado.
Importancia de Valdivia como puerto estratégico, la abundancia de sus recursos, la seguridad de sus fondeaderos, la perfilaron (hasta la apertura del canal de Panamá ya en el siglo XX) como un punto clave en el control de las rutas marítimas que trasportaban las riquezas del Nuevo Mundo a Europa.
Competencia del Imperio Español, en especial ingleses y franceses, intentaron en vano apoderarse del puerto. El enemigo marítimo acechaba, aunque nunca se atrevieron a entrar a la ciudad amurallada. Hubo cuatro corsarios que intentaron establecerse, como los holandeses, o saquear las riquezas de la legendaria ciudad.
En 1643 fue el holandés Elias Herckmans (de la expedición de Brouwer); en 1670 estuvo el inglés John Narborough, quien vio maleados sus planes con la captura del famoso espía Carlos Henríquez; en 1684 el bucanero Swan, a quien los españoles matan varios hombres, y en 1690 John Strong, quien reconoció las islas Malvinas. En 1700, corsarios franceses a cargo del oficial de la Marina Real M. De Terville quien comandaba el Maurepas, de la expedición de Jacques Beauchesne-Gouin, son repelidos desde el castillo de Niebla, quedando prisionero a fuerza de lazo Alfonso Pinuer, quien será el antecesor de una reconocida familia valdiviana.
Durante todo el siglo XVIII se ejecutaron diversas obras de ampliación, fuertes y baterías complementarias, en todo el perímetro de la Bahía, hasta completar alrededor de 17 emplazamientos fortificados, convirtiéndose en un poderoso disuasivo. En 1785 se construyó una batería en Carbonero (Isla del Rey).
Labor de estas faenas fue ejecutado por presidiarios y relegados venidos a trabajo forzado desde todos los puntos del Virreinato del Perú, incluso sin tener condena. En su mayoría peruanos y afrodescendientes, quedaban contratados como soldados una vez concluido su castigo. Ni siquiera podían escapar, ya que los mapuche eran recompensados en sal, ají y dinero por cada presidiario o desertor capturado. Las condiciones eran del todo inhumanas, tanto que el ingeniero Juan Garland solicita ayuda al Virrey Amat.
En 1749 Perfecto de Salas realiza un censo de población en Valdivia, contabilizando más de mil habitantes; la mayoría de los pobladores de los castillos y fuertes eran peruanos, con mucha población afrodescendiente, se registra además 30 caciques de Niebla.
Martínez de Bernabé insiste en la conveniencia de desarrollar un poblado en Niebla, usando como eje el Estero La Huairona, donde se encontraban las antiguas minas.
El ingeniero Juan Garland mandó construir una fábrica de ladrillos complementaria a las Fábricas Reales, localizadas en la Isla Teja, frente a la ciudad, donde se empleaba a los presos en producir ladrillos, cureñas, carpintería blanca y de ribera, hacer caminos, preparar leña y maderas para el funcionamiento del sistema defensivo.
En 1770 hubo un intento de recuperación territorial. El Gobernador Garland apresó al cacique José Alva (o Joseph Arba) alias Pelquiñanco, acusado de sublevarse con los caciques de Isla del Rey, Manuel Raybueno, el de San Carlos Juan Lighenlavquén y el de Punta Galera. Los dos primeros son llevados a Lima a declarar ante el mismo Virrey Amat. Sin embargo, encontramos a un José Alva activo en un parlamento en 1778. A ese mismo parlamento se presentaron Juan Suichas, Antonio Guinteo, Lorenzo Bancupillán y Gabriel Guichipán. Para 1813 son asistidos con ayudas los caciques Juan Pichipil y Pascual Millachigüe (ver Guarda).
Sólo en 1820, durante las guerras de independencia, las fortalezas caen derrotadas en una operación anfibia comandada por Lord Thomas Cochrane, secundado por sus oficiales William Miller y Jorge Beauchef. La Toma de Valdivia fue un episodio histórico sin precedentes que anexó definitivamente Valdivia a la naciente República de Chile.
En esa época un personaje importante que opuso una guerrilla contra los chilenos fue Calkufo o Calcaref, un valdiviano de las montoneras de Benavides, de apellido Jaramillo, que organizó la resistencia valdiviana contra los "pachocos", como llamaban a los patriotras, y que fue capturado y ajusticiado por Beauchef. Valdivia siempre ha tenido un carácter federalista, celebrado en su periódico el Valdiviano Federal, y con una moneda propia, la chuninpana.
Claudio Gay en 1831, dibujó un plano del castillo de Niebla, donde aparece el cañón que protegía del desembarco en Playa Grande y la huerta. En 1835 el naturalista Charles Darwin visitó el castillo, declarándolo ruinoso. Philippi, en 1852, casi salió abatido por los cañones de Niebla.
Valdivia cayó en sopor y abandono, los fuertes y castillos fueron ocupados ocasionalmente; registro que quedó grabado en la frágil piedra cancagua con los nombres de insignes familias valdivianas o un batallón de artilleros. Los vestigios arqueológicos a través del análisis de la loza del siglo XIX demostraron que hubo una ocupación permanente, ya de carácter turístico o asociado a la casa del farero.
Gracias al trabajo de rescate patrimonial iniciado por el fotógrafo Roberto Montandon, el Estado de Chile los declaró Monumentos Históricos en 1950. Se reconstruyeron los cimientos de algunos edificios, junto a la de los castillos de Mancera, Amargos, San Carlos y Corral. Los trabajos prosiguieron hasta después del terremoto de 1960.
El año 1992, la Dibam (Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos), apoyada por el gobierno español, gestionó la reconstrucción de la Casa del Castellano, las cureñas y merlones de la batería; además posteriormente se realizó la primera excavación científica en el sitio. El 1 de febrero de 1993 comenzó a recibir visitantes como museo de sitio.
Entre el 2013 y 2014 a través del Programa de Puesta en Valor del Patrimonio se restauró el Castillo de Niebla; se construyeron las pasarelas aéreas que le dan un rostro moderno al monumento, reduciendo el impacto de la gran demanda turística sobre los frágiles restos y realizando un rescate arqueológico, que engruesa las colecciones.
Su carácter de conjunto defensivo interdependiente y las especiales características constructivas y arquitectónicas, dadas por su adaptación a la topografía y geología de la zona, lo distinguen entre sus pares americanos. En particular la batería y el foso del castillo de Niebla, labrados en la roca cancagua misma lo hacen único en su género. Su importancia histórica en el desarrollo de Chile austral y en la navegación por el cono sur, desbordan el interés nacional debido a su relación con el flujo de navegación hacia el norte del continente.
Por último, su emplazamiento geográfico como el conjunto fortificado más austral de América, amerita un relevamiento y puesta en valor para la comunidad nacional e internacional y su adecuada integración al resto de las fortificaciones españolas del territorio americano.