Sobre 70 personas disfrutaron del trabajo profesional de María Belén Rojas, Fernanda Figueroa y Damián Gallardo, quienes escribieron la dramaturgia utilizando el estilo de la décima y verso libre, recolectaron respetuosamente elementos orgánicos de la selva valdiviana para la creación de marionetas y escenografía, usando como estímulo de creación la música de Joel Maripil y un colaborador anónimo lafkenche; materializada en escena a través de voces y percusión.

Los humanos del pueblo han dejado de escuchar los mensajes de los espíritus. Vivirán con asombro cómo las voces del lago hablan, recordando un pasado paradisíaco olvidado e impulsándolos a cuestionar sus formas y prácticas de vida, desencadenando una revolución en el interior de sus corazones y sueños, en pos de restaurar el equilibrio perdido; resolución dramática que converge análogamente en el carácter de un mito fundacional.