El autorretrato consiste en una obra visual en que el artista representa y recrea las características de su propio rostro y cuerpo. Funciona como exaltación de la individualidad, para cumplir con el deseo de permanencia y memoria.
La fotógrafa e investigadora Mariana Matthews indicó que "el caso de Gilberto Provoste es diferente, ya que él era muy cauteloso con la figura que representaba, siempre muy elegante y sin revelar lo que hay atrás de su personaje".
"Dudo que alguien haya disparado el obturador por él. Tiene que haber puesto la cámara con tiempo diferido, lo que le permitía sacarse fotos a sí mismo o en compañía", señala Matthews sobre la técnica que uso para registrarse.
El autorretrato tiene sus raíces en el Renacimiento, época en donde surgen los primeros registros de la burguesía y de los altos poderes, las primeras biografías, y en donde la figura del artista adquiere peso individual.
Las imágenes familiares de Gilberto Provoste presentan escenarios donde el fotógrafo aparece en el interior del estudio, o en actividades cotidianas y festivas de campo.