Museos salvaguardan patrimonio cultural y natural de Chile
Llamada Col de Juan Fernandez, o Cabbage Tree en inglés, Dendroseris litoralis Skottsb. (familia Compositae = Astereraceae) es un árbol pequeño, de la familia de las margaritas y los girasoles, cuyas hojas llegan a ser tan grandes como una raqueta de tenis.
Originaria exclusivamente de las Islas Juan Fernández, archipiélago localizado a 650 km. al oeste de la costa de Chile, V Región, en pleno Océano Pacífico, y que fuera descubierto a mediados del siglo XVI. Es posible encontrarla en la isla Robinson Crusoe, o Más A Tierra, como se llamaba antiguamente en los viejos mapas de corsarios y navegantes al actual Parque Nacional, y la isla Santa Clara. Prefiere climas frescos, húmedos y marinos, donde se desarrolla hasta los 5 metros de altura.
Alimento del picaflor de Juan Fernández (Sephanoides fernandensis), también endémico de las islas, buscador de sus grandes flores amarillas, que tardan al menos tres años en florecer desde que germina la nueva planta. Esta pequeña y llamativa ave es quien la poliniza.
Es una especie en peligro crítico de extinción. CONAF ha emprendido programas de conservación y restauración que han permitido propagar la especie depredada por cabras y conejos. En los ’80 apenas había 3 individuos, hoy existen no más de 300 ejemplares en su ambiente y unas pocas plantas repartidas en jardines botánicos.
Sus hojas son comestibles y se dice que alimentaron al marinero escocés Alejandro Selkirk, quien vivió más de cuatro años abandonado en una de las pequeñas islas durante el siglo XVIII. El personaje inspiró la conocida novela de Daniel Defoe "Robinson Crusoe", sobre un náufrago que sobrevive abandonado a su suerte. Selkirk habría relatado su historia al autor quien, con algunas licencias geográficas, crea estos entrañable personajes del naúfrago Crusoe y su amigo Viernes.
Al igual que Valdivia, el archipiélago de Juan Fernández fue un punto geográfico clave en la navegación mundial, utilizado como presidio y cueva de piratas, que la literatura y la leyenda ha posicionado en la imaginación del mundo entero.
El museo agradece la donación de esta joya botánica gestionada por Juan Jiménez del Museo de Santiago Casa Colorada (Municipalidad de Santiago) para el Huerto Etnobotánico del Museo de Sitio Castillo de Niebla, que pone en valor especies nativas de interés cultural, en el entendido de que los museos están llamados a proteger este valioso patrimonio natural, que se encuentra en peligro.